22.1.11

TEMA 9. LA ILUSTRACIÓN

Profesor: Juan Ramón Titado Rozúa

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ILUSTRACIÓN

1.1 MARCO HISTÓRICO Y SOCIOPOLÍTICO
La Ilustración tiene lugar en la época de las revoluciones liberales y burguesas: desde la revolución inglesa de 1688 a la francesa de 1789 aproximadamente. El pensamiento ilustrado, por tanto, expresa la ideología crítica de la clase burguesa contra el ancien régime y la concepción liberal y tolerante de ésta, que se manifiesta en sus grandes ideales de Libertad, Igualdad y, posteriormente, Fraternidad.
Los países en los que la Ilustración tuvo mayor fuerza y relieve fueron Inglaterra (Hume, Locke, Hobbes, Newton,…), en donde propiamente se inició; en Francia (Rousseau, Voltaire, Montesquieu, D´Alembert, Diderot,…), donde adquirió mayor brillantez, y en Alemania (Kant), adonde pasó desde Francia. La Ilustración repercutió de modo muy diferente en los diversos países. En Inglaterra, en un marco de menor tensión sociopolítica, la Ilustración (Enlightenment) tuvo un carácter fundamentalmente empirista-epistemológico, cultivó las ciencias de la naturaleza y cuestiones sobre religión, con cierta tolerancia.
En Francia, con una progresiva tensión social entre la monarquía autoritaria y una ascendente clase burguesa que reclama derechos de igualdad y libertad, los temas fundamentales son la moral, la política, el derecho y el progreso histórico. En Alemania, la Ilustración (Aufklärung), cuya máxima figura fue Kant, no se caracteriza por tratar nuevos temas, sino por el análisis de la “razón”, con la idea de encontrar en ella los principios que rigen el saber sobre la naturaleza y la acción moral y política.
La obra más representativa de la Ilustración francesa, y se podría decir que de la actitud ilustrada en general, es la Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios. Significó una gran revolución en la cultura y el pensamiento, cuyos autores más destacados fueron Diderot y D´Alembert. Sus objetivos fueron: a) difundir la cultura y los conocimientos existentes; b) crear una opinión crítica y antidogmática, y c) sobre todo, llevar a cabo una dura crítica de los prejuicios y de las creencias tradicionales.

1.2. CARACTERÍSTICAS PECULIARES DE LA ILUSTRACIÓN

1) ATAQUE A LAS “VIEJAS VERDADES”: adoptan una postura escéptica ante las verdades heredadas del pasado, con el que eran tan críticos, por lo que habrá que investigarlas a la luz de la razón.
2) FE INQUEBRANTABLE EN LA RAZÓN: consideran que la naturaleza está organizada racionalmente y también deben estarlo la ética, la política, la religión,… por lo que la razón humana es fundamental para el progreso.
3) NECESIDAD DE ILUSTRAR AL PUEBLO: es la condición previa para que una sociedad mejore el adiestrar en el uso de la razón al pueblo.
4) OPTIMISMO CULTURAL: con el uso de la razón la humanidad puede progresar constantemente hasta lograr la felicidad general.
5) VUELTA A LA NATURALEZA: para Rousseau lo natural es lo racional, ya que consideraba que el hombre es bueno por naturaleza y la civilización lo corrompe.
6) DEISMO: aunque admiten la existencia de Dios, consideran que deben eliminarse de la religión los dogmas irracionales que se le han añadido.
7. PROCLAMACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS: se proclaman los derechos fundamentales del hombre, que los posee todo ser humano sólo por el hecho de haber nacido.

1.3. EL CONCEPTO DE “RAZÓN ILUSTRADA”.
En el pensamiento ilustrado la razón es concebida según unas características que se señalan a continuación:
1.3.1. La autonomía de la razón.
Kant expresa de un modo modélico el carácter autónomo de la razón ilustrada en su opúsculo ¿Qué es la Ilustración?: “La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otros. Sapere aude: Ten valor de servirte de tu propio entendimiento. He aquí el lema de la Ilustración”. La razón es suficiente en sí y por sí misma, por lo que se exige confianza en ella y la decisión de servirse de ella con independencia, sin otros límites que aquellos que le vengan dados por su propia naturaleza. De ahí la necesidad de analizarla y reconocer sus límites, como hará Kant.
1.3.2. Carácter crítico de la razón.
La razón ilustrada autónoma es crítica en los siguientes sentidos:
a) contra los prejuicios que la ciegan y paralizan.
b) contra las tradiciones que simplemente se soportan por formar parte del pasado.
c) contra la superstición y la idolatría.
d) contra toda autoridad no reconocida ni reconocible como tal por la propia razón.
1.3.3. Carácter analítico de la razón.
La razón es concebida como un instrumento o medio para conocer y con el cual interpretar el mundo y ejercer la crítica. Frente a una concepción como la racionalista (Descartes) de la razón, que es concebida como preñada de contenido (teoría de las ideas innatas), que pretende conocer desde sí misma de un modo deductivo y a priori la realidad, la razón en la Ilustración se entiende como capacidad de adquirir conocimiento a partir de la experiencia, analizándola, comprendiéndola, creándose un vínculo estrecho entre lo empírico y lo racional.
1.3.4. Carácter secular de la razón.
La Ilustración tiene una concepción secularizada de la razón, frente a una concepción religioso-teológica del mundo como la medieval o una concepción racionalista de la razón, como la de Descartes, que se remite en último término a la teología. La Ilustración, en cambio, adopta una progresiva secularización de la vida humana. Por tanto, el progreso y liberación de la humanidad ya no va a depender de un Dios providente (interviene en el mundo: milagros,…) y redentor (salvación sobrenatural), sino que es resultado del propio trabajo y esfuerzo de la humanidad en la historia.

2. HISTORIA Y PROGRESO EN EL PENSAMIENTO ILUSTRADO

2.1. LA IDEA DE PROGRESO
La idea de progreso, característica de la Ilustración, es una idea dominante de la civilización europea desde el siglo XVIII hasta nuestros días, en que ha entrado en crisis. Es una creencia, una especie de fe no religiosa, en que las condiciones de vida humana mejoran con el paso del tiempo, en que, por lo general, cada generación es mejor que sus antecedentes y contribuirá con su labor a una vida todavía mejor para las generaciones futuras. E, incluso, a largo plazo, la humanidad entera participará en el mismo avance. Se considera que el progreso continuará indefinidamente hasta que se logre gozar de una felicidad generalizada.
La Ilustración es una cultura del optimismo, que se fundamenta en la realidad efectiva: una ciencia triunfante, una técnica creciente y una economía en progresiva consolidación. Considera, por tanto, que frente a unos factores de desarrollo histórico irracionales, como la superstición, la intolerancia, las guerras, etc., el progreso se presenta como un proceso de racionalización constante, es decir, que es posible que la humanidad progrese continuamente hacia mejor si hace un uso adecuado de su capacidad racional.
La idea de progreso en el Siglo de las Luces va unida a una educación o “iluminación” en los terrenos moral, social y científico, que sólo es posible si el hombre hace su vida conforme a la razón.
Entre los autores representativos, pueden citarse a Turgot, con su obra Discurso sobre los progresos sucesivos del espíritu humano (1750), Condorcet, con su obra Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1794), o Kant con Si el género humano se halla en progreso hacia lo mejor.
La siguiente cita de Condorcet pone de manifiesto la inquebrantable confianza en la capacidad de perfeccionamiento del hombre a través de la razón: “Llegará el momento en que el Sol no alumbre sobre las tierras más que a hombres libres, los cuales no conocerán más señora y maestra que la Razón, y en que los tiranos y esclavos no existirán más que en la historia y los teatros”.
Crítica actual a la idea de progreso.
En el siglo XX surgió la Escuela de Frankfurt que considera que no ha habido auténtico progreso. Claro ejemplo de ello son las dos guerras mundiales donde millones de seres humanos han muerto. También ponen en evidencia que la sociedad tecnológica avanzada y sus grandes logros técnicos, en lugar de haberse encaminado hacia la liberación de los seres humanos, ha originado toda una serie de elementos ideológicos y técnicos que favorecen su alienación (consumismo, despilfarro, idolatría del dinero, masificación de las formas de vida, manipulación desde los medios de comunicación, desastres ecológicos, mas presupuesto para armas que para educación,…) De este modo, parece claro que el ideal de la ilustración: la liberación de los seres humanos a través de la razón, no se ha cumplido. La Ilustración se ha traicionado a sí misma en una sociedad como la actual, dominada por la conciencia tecnocrática (razón instrumental y unidimensional) y la lógica del mercado capitalista.
Los frankfurtianos diagnostican que el problema está en que la razón, como bien dijo Kant, tiene dos usos: el científico-técnico (conocimiento) y el moral (acción), pero que mientras nadie duda del hecho del gran progreso de la razón en su uso científico-técnico en los últimos siglos, no podemos decir lo mismo de que haya habido progreso en el uso moral de la razón. Tal descompensación, al haber progresado la razón enormemente en uno de sus usos pero mucho menos en el otro, ha provocado grandes desastres y horrores.
La Escuela de Frankfurt critica la estructura represiva de la sociedad industrial avanzada, que llega a tal extremo de deshumanización que priva al hombre de la conciencia de su estado de alienación y falta de auténtica libertad (Ej. nos hacen pensar que somos libres cuando nuestra aparente libertad se limita a elegir entre diferentes marcas, diferentes canales, diferentes centros comerciales… fundamentados todos ellos sobre estructuras inhumanas y alienantes).

2.2. TEORÍA DE LA HISTORIA EN LA ILUSTRACIÓN.
Los pensadores ilustrados, entre quienes cabe destacar a Montesquieu, Voltaire y Kant, echaron las bases de una nueva visión racional del acontecer histórico. Tratan de conciliar la información empírica y la reflexión racional, procurando descubrir las leyes y constantes por las que se rige el decurso histórico de las diferentes sociedades. “No es la fortuna la que domina el mundo” (Montequieu).
La historia de la humanidad presenta ante nosotros un espectáculo de guerras y desastres múltiples; el egoísmo y la lucha de unos contra otros parecen ser las notas que durantes siglos ha presidido la vida de los hombres y de los pueblos. Sin embargo, dice Kant, el filósofo ha de interpretar el sentido de esos datos, aparentemente nada alentadores, con el ánimo de desenmascarar, tras esa apariencia irracional, la huella de la razón que trabaja callada a favor de la moralización progresiva y paulatina del hombre. Cree que el devenir histórico nos lleva a una sociedad perfecta y cosmopolita regida por una constitución civil perfecta que traerá una paz perpetua.
3. LA IDEA DE CONTRATO EN LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO MODERNO: Absolutismo (HOBBES), Liberalismo (LOCKE), Democracia (ROUSSEAU).

El proceso de secularización que lleva a cabo la Ilustración va a proyectarse también sobre el modo de comprender el origen del Estado. La organización de la sociedad y de la vida política va a jugar un papel sustantivo en la “racionalización” de la historia y en la consecución de un progreso social, político y cultural. De ahí que una concepción adecuada a estas circunstancias de Estado sea muy importante para la filosofía de la Ilustración. La idea fundamental, como veremos, en este planteamiento del origen y tarea del Estado es la idea de contrato.
Siguiendo las doctrinas esenciales del individualismo renacentista, la Ilustración convierte al hombre no sólo en la realidad fundamental del universo, sino que concibe a la sociedad como una superposición o agregado de individuos diferentes unidos por un contrato. Precisamente, esta concepción de la sociedad constituye la base de la nueva teoría política y del Estado que, al desaparecer cualquier justificación teológica del orden político y social, comienza reconociendo el principio de que todos los individuos a pesar de sus diferencias personales deben tener los mismos derechos. Defensa de la libertad de conciencia, derechos políticos individuales y contrato social son, en efecto, los tres puntos centrales para entender la constitución del Estado moderno.

3.1. LA IDEA DE CONTRATO Y LOS SUPUESTOS EN QUE SE FUNDAMENTA.

Para poder comprender adecuadamente las diferentes teorías del contrato social, así como del origen del Estado y de la legitimación del poder político, hay que tener en cuenta los siguientes supuestos en que se fundamentan:
1.- Sólo tras la negación de la concepción teocrática del poder se abren paso las teorías del contrato social.
2.- Se afirma la existencia de un derecho natural no dependiente de Dios, sino de la naturaleza racional del hombre.
3.- Se considera, frente a Aristóteles, que el ser humano no es social por naturaleza, de modo que se da prioridad a los individuos sobre la comunidad.
4. Se trata de un procedimiento metodológico para entender mejor la naturaleza del Estado. Con las teorías del contrato social se pretende “construir una situación hipotética e ideal” con el fin de explicar racionalmente el origen y constitución del Estado moderno.
5.- El concepto de “estado de naturaleza” no es un hecho histórico, sino que como afirma Rousseau es “un estado que no existe, que acaso no ha existido nunca, que probablemente no existirá jamás, y del que, sin embargo, es necesario tener conceptos adecuados para juzgar con justeza nuestro estado presente”.

3.2. EL CONTRATO COMO SUMISIÓN AL ESTADO ABSOLUTO: THOMAS HOBBES.

El individualismo renacentista desde la perspectiva política tiene su continuador más importante en la figura ilustrada de Hobbes. Quizás el primer autor moderno que ha formulado una teoría del contrato social aún vigente para cierta filosofía política. Hobbes centra su atención en la cuestión de cómo el nacimiento del Estado puede derivarse de la naturaleza del hombre. Su respuesta constituye la doctrina del contrato del Estado que, con diversas variaciones, de las que vamos a ver algunas, es uno de los elementos centrales del pensamiento político de la Ilustración.

Hobbes tiene una visión negativa, pesimista e instintiva de la naturaleza del hombre. Para él, tres fuerzas dominan el destino en discordia de los humanos: la competencia, la desconfianza y el afán de gloria. “La primera causa -nos dice- impulsa a los hombres a atacarse para obtener un beneficio; la segunda, para obtener seguridad; la tercera para ganar reputación... Con todo esto se pone de manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se encuentran en la condición o estado que se denomina de guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos...” En otras palabras, el estado de naturaleza se caracteriza por la inseguridad y la violencia puesto que si todos los individuos pueden aspirar a todo, tienen iguales derechos naturales, entonces es inevitable que exista una colisión de derechos. Así ocurre que si dos hombres desean una misma cosa y no pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos y tratan de aniquilarse o sojuzgarse el uno al otro.

En el estado de naturaleza, según Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre -homo homini lupus- y, por tanto, es insuficiente una ley natural capaz de crear orden y seguridad, razón por la cual se ven abocados a suscribir un pacto o contrato, en virtud del cual surge la sociedad, que a su vez da origen al Estado.

Como el poder sin freno de las pasiones, de los deseos humanos egoístas se sitúa por encima de los preceptos de la razón, el precepto “natural” de acuerdo y entendimiento entre los hombres no está garantizado ni se cumple “de facto”, por lo que se hace necesario un poder superior que lo imponga, pues “sin la espada los pactos no son sino palabras”.

El Estado, el Leviatan, surge de la necesidad de erigir un poder común y superior que traiga paz y seguridad en la guerra de todos contra todos. Ello tiene lugar mediante un pacto o contrato. Sus características más importantes son:
1) cada individuo hace entrega de su poder individual al Estado.
2) se elige un poder central -el Leviatán- que aúna todas las voluntades y representa a todos.
3) a ese uno se reconoce todo poder, de él se acata toda acción de poder y fuerza, a fin de que vele por la “paz y seguridad común”.
4) es un pacto de cada hombre con cada hombre. Pero de este pacto no forma parte el soberano que, por tanto, queda libre del contrato y está por encima de él. De este modo encontramos en la teoría de Hobbes una legitimación teórica del absolutismo político y el poder absoluto del soberano y el Estado, ese Leviatán o Dios mortal. (Eso sí, no olvidemos la innovación que supone en este momento no atribuir el origen del poder absoluto del soberano a Dios).
5) en un Estado absoluto el poder soberano mantiene una relación de súbditos con el resto de los hombres. No hay ciudadanos.

La desconfianza mostrada por Hobbes acerca de la sociabilidad del hombre o, mejor dicho, la guerra de todos contra todos en que se encuentra el hombre en el estado natural, lleva a este autor a abogar por el Estado absolutista. Por este camino de desconfianza en la sociabilidad humana, y como sucederá posteriormente con Rousseau y Hegel desde otros presupuestos, no sólo son analizados de forma crítica la naturaleza de los poderes, sino que el Estado como voluntad común de todos aparece como el principio supremo de la moral. No es de extrañar que, especialmente a partir de Cromwell, las teorías de Hobbes han servido para justificar teóricamente a todas las dictaduras.

3.3. EL CONTRATO LIBERAL: JOHN LOCKE.

Contra Hobbes y, sobre todo, contra la conclusión absolutista que se deriva de su teoría del contrato aparecieron distintas voces, una de las más cualificadas es la de John Locke, el más influyente de los pensadores ingleses, considerado como ideólogo decisivo tanto de la revolución de 1688 y del consiguiente Estado constitucional en Inglaterra, como de la Declaración de Independencia norteamericana de 1776; y a través de Montesquieu, la teoría de Locke también ha actuado como fermento ideológico de la revolución francesa de 1789. Su obra Dos tratados del gobierno civil es la base del iusnaturalismo liberal y aún hoy, merced a sus ideas sobre los derechos del hombre y la separación de poderes, sigue formando parte del programa político de las democracias liberales. En su primer Tratado del gobierno civil, Locke señala que la teoría del origen divino del poder implica la aceptación de que los seres humanos no son libres e iguales por naturaleza, afirmación que rechaza de modo categórico. En el segundo Tratado del gobierno civil Locke expone sus teorías políticas liberales.

También Locke parte de la situación del hombre en estado de naturaleza, pero lo concibe de manera totalmente distinta a Hobbes y Rousseau. Es necesario establecer cuál es el estado natural del ser humano con objeto de poder fundamentar racionalmente sobre él la sociedad política. Locke estima que el hombre es social por naturaleza (la sociedad, por tanto, no es una construcción artificial). También considera que los seres humanos en estado natural son libres e iguales entre sí. Pero en el estado de naturaleza (en el que todavía no existe ninguna organización política) los seres humanos pueden violar los derechos y libertades de los demás (por tanto, el hombre no es necesariamente bueno), aunque también en ese estado de naturaleza los hombres cuentan con una ley moral descubierta por la razón: la ley natural que impone límites a la conciencia y a la conducta y, además, en cuanto individuos poseen ciertos derechos naturales. Entre éstos, Locke insiste -de acuerdo con las circunstancias socio-económicas de su época- en los derechos de propiedad y de seguridad. Los hombres poseen un derecho natural a la propiedad privada cuyo fundamento es el trabajo.

En la convivencia social de los hombres se da un intercambio de bienes entre ellos, de acuerdo con sus derechos y bajo la ley natural. Ahora bien, el excesivo “interés propio” al relacionarse con los otros ocasiona una gran inseguridad que pone en peligro sus vidas y propiedades. En estado de naturaleza resulta difícil una defensa racional de los derechos individuales (o quizás no podemos repeler las agresiones o quizás nos excedemos innecesariamente de modo arbitrario). Se hace así necesaria una organización política -el Estado- y una ley objetiva -el derecho positivo o legalidad vigente- que remedie las desventajas del estado de naturaleza.

Las ideas fundamentales de Locke acerca de la organización de los individuos en sociedades o comunidades políticas se pueden resumir en dos:
1. Locke no admite que la sociedad política sea antinatural, radicalmente contraria a la naturaleza: más bien la concibe como algo útil y adecuado para salvaguardar el disfrute pacífico de los derechos naturales.
2. Locke pretende dar un fundamento racional al origen de la sociedad política y lo encuentra en el consenso, el consentimiento de todos los individuos: el origen de la sociedad está, por tanto, en el acuerdo, el pacto de todos los individuos. A través de este pacto, los individuos renuncian a parte de su libertad, para poder gozar de ella con mas seguridad, aceptando someterse a la voluntad de la mayoría de los ciudadanos.

Según Locke, el poder del Estado tiene una serie de límites, a saber:
1. Los derechos individuales del ser humano son inalienables.
2. Garantizar la propiedad privada (derecho natural que asegura la subsistencia del hombre).
3. Igualdad de todos ante la ley, también el soberano. No un poder absoluto y sus súbditos, como proponía Hobbes.
4. Contrato político entre el pueblo y el gobernante, que controla el pueblo para impedir extralimitaciones atentatorias a sus derechos individuales.
5. División de poderes (legislativo, ejecutivo) que deben estar en diferentes manos para que haya un sistema equilibrado de fuerzas. Heredero de estas doctrinas, Montesquieu formular de modo más preciso la teoría de la separación de los tres poderes del Estado -incluye el judicial- y sus correspondientes funciones y equilibrios para evitar cualquier intento absolutista.

3.4. EL CONTRATO SOCIAL: J. J. ROUSSEAU.

J. J. Rousseau (1712-78) se dio a conocer como escritor y como filósofo con el Discurso sobre los efectos morales de las artes y de las ciencias, obra de carácter netamente pesimista, que constituyó un fuerte alegato contra la civilización occidental. Esta visión negativa de dicha civilización continuó en el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, en la que Rousseau partió de la hipótesis de que, en un principio, los seres humanos primitivos vivían en estado de naturaleza, libres e iguales, regidos por sus sentimientos y en perfecta armonía entre sí y con su hábitat natural. Dos impulsos los movían-el amor a sí mismos y la compasión-, siendo seres inocentes y generosos como niños pequeños. El hombre es bueno por naturaleza.
Ahora bien, a partir de dicho estado y debido al surgimiento de la actividad reflexiva y racional, se desarrolló la propiedad privada, las artes, el lenguaje intencional, el derecho y otras instituciones, que dieron lugar al surgimiento de la sociedad. Pero con el surgimiento de todas aquellas actividades y el establecimiento de la sociedad desapareció la bondad natural de los seres humanos y éstos se hicieron malos: la sociedad corrompe a los hombres.
Las ciencias y las artes, tan importantes en nuestra civilización, producían -a juicio de Rousseau- en su época refinamientos y conocimientos vanos e innecesarios. Además, son utilizadas por los que tienen el poder para que aquellos que las cultivan no se den cuenta de que están siendo dominados y sólo se preocupen por satisfacer su deseo de gloria y su vanidad. Los avances de las ciencias no proporcionan la verdadera libertad, sino sólo un mayor control por parte de los poderosos. El hecho de que las técnicas o las artes se perfeccionen no quiere decir que en la moralidad se alcance, paralelamente, el mismo perfeccionamiento. Se hace necesario abandonarlas para tomar conciencia de la dependencia en que se encuentra la humanidad, y para luchar por la libertad y la igualdad. Así, Rousseau se distancia de la fe en el progreso general que era divisa de la mayoría de los ilustrados y plantea una crítica radical contra los productos indeseables de la civilización de su tiempo. El hombre se ha convertido en un ser vil, egoísta, depravado, lleno de odio. Ahora bien, no puede mostrar públicamente su degeneración: ha de enmascarar su vileza, su egoísmo y sus pasiones. Por ello, adopta un comportamiento ilustrado, que incluye la cortesía, el arte de hablar bien, la técnica de las apariencias, es decir, todo aquello de que se ocupan las ciencias y las artes. Los temores, el odio y la traición se esconden continuamente bajo una máscara que llamamos "educación". Así, esta máscara, la educación, resulta doblemente odiosa, porque evita tener que reconocer la degradación y, de esta manera, imposibilita la regeneración del hombre.

El contrato social: de acuerdo con las ideas anteriores, Rousseau opuso a la situación social señalada sus ideales de libertad, educación y sociedad de acuerdo con los cuales mantiene que el ser humano debe llevar una vida lo más parecida posible al estado de naturaleza perdido; es decir, debe acercarse lo más posible a dicho estado. El contrato social, por tanto, es el intento de armonizar individuo y sociedad, de legitimar el orden social conservando la libertad política.
En el Contrato social comenzó señalando que el "ser humano ha nacido libre y por todas partes se encuentra encadenado". ¿Cómo superar dicha situación y procurar recuperar en la medida de lo posible la libertad natural? ¿ cómo seres iguales acaban reconociendo que unos manden y otros obedezcan? ¿ cómo la igualdad primitiva dio paso a una desigualdad antinatural? ¿cómo se convierte este ser independiente, pacífico y bueno por naturaleza en un ser gregario, sociable, dependiente, violento y esclavizado?
Del estado natural se puede pasar al estado civilizado de dos maneras: por un contrato de enajenación (el individuo entrega su libertad a otro) o por un contrato social. Históricamente ha triunfado el primero, pero Rousseau apuesta por el segundo pues en este podemos "... encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, por lo cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo más que a sí mismo y permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental cuya solución da el contrato social".

Aceptando la voluntad general (los ciudadanos ponen sus miras en el bien común o intereses generalizables), que no la voluntad de todos (suma de los intereses egoístas de los particulares), cada persona garantiza su libertad y la igualdad de todos los demás, pues la voluntad general incluye la de cada persona particular.
Si cada ciudadano vota con plena independencia, las diferencias existentes entre ellos quedarán compensadas y el resultado expresará la voluntad general. Es necesario, pues, que los ciudadanos estén debidamente informados y que se supriman los partidos políticos, por representar intereses parciales: entonces, el voto de la mayoría expresará la voluntad general. La voluntad general es la de los ciudadanos reunidos en asamblea: una democracia directa.
De este modo, según Rousseau, se establece la libertad dentro de la sociedad o, lo que es lo mismo, con el surgimiento del pacto social, la libertad natural debe ser sustituida por la libertad civil y la igualdad natural por la soberanía popular (la libertad general); pues las leyes de la sociedad: "no son propiamente otra cosa que las condiciones de la asociación civil. El pueblo sometido a las leyes debe ser el autor de las mismas, sólo a los que se asocian corresponde reglamentar las condiciones de la sociedad".

Las leyes son actos de nuestras voluntades soberanas y expresan la voluntad general; ésta constituye la norma suprema (poder legislativo), de tal modo que los gobernantes (poder ejecutivo) han de limitarse a aplicar los contenidos expresados en tales leyes, es decir, la autoridad y el ejercicio del poder de los gobernantes depende de la libre voluntad de los gobernados. Un pueblo libre no obedecerá más leyes que las que él mismo se ha dado, por tanto, al obedecer las leyes no se obedece más que a sí mismo y, por tanto, permanece libre. Estamos, por tanto, ante una de las mayores propuestas legitimadoras de la democracia.
El pueblo es el único portavoz de la soberanía, y da su aprobación a las leyes mediante el voto de los ciudadanos. La voluntad general pasa a ser administrada, no usurpada, por los gobernantes, de tal manera que, coincidiendo con Locke, Rousseau propone que es legítimo destituir a los gobernantes que sobrepasen la función que se les ha encomendado.

Junto a la reforma política propone Rousseau una profunda reforma educativa como poderoso instrumento para la recuperación de la bondad natural del ser humano. Los modelos educativos más críticos con la tradición occidental han tenido en Rousseau un referente obligado. Por otro lado, en cuanto a su proyección política, algunas bases teóricas de los Estados ¿democráticos? contemporáneos fueron puestas por Rousseau. Los conceptos fundamentales de voluntad general, como consecuencia del contrato, y de libertad civil, como evolución social de la libertad natural, se fundirán en las ideas de legalidad y legitimidad del Estado. La vida democrática es, en consecuencia, la organización social que sucede mejor a aquel hipotético e ideal estado de naturaleza libre del ser humano y, por ello, debe ser el modelo para la reorganización política futura. Las ideas de Rousseau sirven de inspiración inmediata a los promotores de la Revolución Francesa, a los redactores de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América; un siglo después a los creadores del socialismo europeo; e incluso, en nuestros días, a quienes exigen la instauración de una auténtica democracia donde la participación directa de los ciudadanos en política sea una realidad cotidiana más allá de la ficción actual (reducida a elecciones cada cuatro años con listas electorales cerradas y bloqueadas).
http://www.slideboom.com/presentations/85917/Kant---Idea-de-una-historia-universal%281%29