17.8.11

Material extraído de http://www.iespiobaroja.org/web/images/stories/departamentos/filosofia/Amaranta.pdf

¿Quién soy yo?
Amaranta López
Al presentamos esta pregunta nos viene a la cabeza una respuesta inmediata. Podemos
pensar que nos conocemos a la perfección, pero ¿es eso cierto?
Comenzaremos planteándonos dónde está nuestro yo. ¿Nuestros recuerdos son nuestro
yo? Podemos pensamos de esta manera si relacionamos al cerebro con la identidad del
yo, ya que en el cerebro es donde se encuentran los recuerdos. Si perdiéramos estos
recuerdos, perderíamos nuestro yo, dejaríamos de ser nosotros mismos. Pero esto no
contesta a nuestra pregunta.
Para saber quienes somos deberíamos pensar en qué hacemos que nos hace a nosotros
mismos, en resumen ¿Qué hace que tú seas tú?
Con solo meditar unos segundos nuestra apresurada respuesta nos daríamos cuenta de
que no sabemos quiénes somos, ni cómo hemos llegado a serlo.
Intentando buscar respuestas nos toparíamos con muchas otras cuestiones, ¿somos
autores de nosotros mismos? ¿Somos quiénes queremos ser? Una respuesta común
podría ser: “Sí, yo creo mi vida como quiero y es lo que me hace autor de ella y, por
tanto, de mi mismo. Yo he elegido ser quien soy”. Pero no podemos evitar pensar ¿Es
esto verdad? ¿He elegido quién quiero ser o ha sido la sociedad y mi genética quienes lo han hecho? Pensando con claridad nos damos cuenta de que es la sociedad quién decide quiénes somos. Tenemos libertad de elección, pero la gran influencia de nuestro entorno y los obstáculos genéticos que podemos tener son demasiado grandes. Por tanto no elegimos quiénes queremos ser.
Somos lo que hacemos con nosotros mismos, pero con una gran influencia social y
condicionados por nuestra genética. Al pensar en como podríamos ser más auténticos,
nos toparíamos con una existencia personal auténtica. Pero ¿Es esto posible? ¿Podemos
ser completamente nosotros, sin ninguna influencia?
Esto hace pensar que no hay nada que pueda hacer que seamos nosotros mismos, porque
estamos rodeados de cosas que nos influyen de una u otra forma. Para darnos cuenta de
esto solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, en ocasiones somos un reflejo de
nuestros padres, porque los admiramos o simplemente lo hacemos inconscientemente,
ya que han influido en nosotros desde que éramos pequeños. También somos influidos
por personas que están dentro de nuestro círculo social, desde cómo se visten hasta
cómo piensan. En definitiva la sociedad influye en todo lo que decimos, hacemos y
pensamos.
Sólo ignorando todo lo que nos rodea podríamos llegar a tener una existencia personal
auténtica, pero ¿es eso posible? ¿Podemos ignorar todo nuestro mundo? El ser humano
necesita relacionarse y si se aleja de oda la población durante toda su vida podría llegar a ser completamente él mismo. Pero algo así no puede ocurrir, un ser social necesita relacionarse con seres como él.
Aunque no creamos que estamos influenciados por nuestro entorno, nuestros actos son
los que realmente lo demuestran, y estos actos son como los de la mayoría de nuestra
sociedad. Aún así sabemos que hay partes de nuestra vida que podemos elegir y
moldear a nuestro gusto, dentro de los márgenes que nuestra sociedad nos marca.
Nuestras acciones son propias y las llevamos a cabo bajo nuestro punto de vista: esta es la parte de nosotros mismos más original.
A la pregunta ¿Qué hace que tú seas tú? La respuesta sería nuestra capacidad de
elección, nuestras elecciones propias. Porque no tenemos que ignorar todo nuestro
mundo, sino que debemos pensar y tomar decisiones por nosotros mismos.
Pero la gran incógnita ¿Quién soy yo? sigue ahí y, para poder contestar, debemos buscar en el interior de cada uno y retirar las influencias obtenidas a lo largo de toda nuestra existencia. Así llegaríamos a saber quiénes somos nosotros mismos.
Por todo esto deberíamos pensar con claridad si sabemos quiénes somos y cómo hemos
llegado a serlo. Debemos reflexionar si en realidad nos conocemos a la perfección o si es únicamente un engaño hacia nosotros mismos. Aunque para contestar a la gran
incógnita hace falta mucha más que reflexionar, ya que es una cuestión muy compleja