19.10.07

El intelectualismo moral (25-09-07)

Uno de los aspectos centrales del pensamiento platónico reside en el llamado intelectualismo moral heredado de Sócrates. Dicha concepción consiste en afirmar que el conocimiento es virtud, es decir, que únicamente se puede ser justo si se conoce qué es la justicia o sólo se puede ser valiente si se conoce lo que es la valentía, etc. Esta visión de Sócrates en la que se reduce la virtud a conocimiento supone determinados problemas, pues no parece del todo claro que sea suficiente conocer que algo es justo o bueno para actuar en consecuencia. La respuesta de Platón a este respecto es clara. Si uno dice saber en qué consiste la justicia necesariamente actuará de forma justa, de no ser así entonces no se sabía realmente lo que era la justicia. En otras palabras, lo que el intelectualismo moral defiende es que nadie hace el mal voluntariamente, sólo por ignorancia.

Par poder comprender de manera adecuada las razones por las que se reduce la virtud al conocimiento es preciso prestar atención al hecho de que Sócrates y Platón interpretan el conocimiento o saber moral como un modo de saber técnico, es decir, como un saber hacer algo. Desde el punto de vista de los saberes técnicos o de los oficios resulta razonable pensar que únicamente el que sabe arquitectura es arquitecto o sólo el que sabe medicina puede ser médico o sólo el que sabe construir mesas está capacitado para ser carpintero. Pues bien, lo que se sostiene en la moral es algo análogo, pues se considera que sólo puede ser justo el que sabe qué es lo justo y sólo puede realizar acciones buenas el que sabe lo que es el bien.

Desde este punto de vista, puede decirse que aquellas acciones que se realizan sabiendo lo que se hace suponen una responsabilidad mayor que aquellas que se realizan por desconocimiento. Por ejemplo, hacer algo que está mal sabiendo que está mal es mucho más grave que si se desconoce la maldad de dicho acto. Ahora bien, para Sócrates, resulta ser mejor arquitecto aquel que construye una casa sabiendo que lo hace mal, ya que implica necesariamente un conocimiento de cómo se hace correctamente. Conviene insistir en el hecho de que una de las consecuencias más importantes que se desprenden del intelectualismo moral es que nadie obra mal sabiendo que obra mal, por tanto, el que actúa mal lo hace involuntariamente, por tanto, por ignorancia. Desde esta perspectiva, parece que la culpa no es posible ya que el mal es resultad de la ignorancia.

Como resulta evidente, la doctrina socrática resulta ser excesivamente racionalista y no tiene en cuenta los aspectos irracionales de los seres humanos. Por eso Platón se verá obligado a reformular estos aspectos y a introducir los elementos irracionales en el ser humano, no obstante, seguirá afirmando como Sócrates que el conocimiento es una parte esencial de la virtud.

Bibliografía:

Tomás Calvo. De los sofistas a Platón: política y pensamiento. Ed. Cincel, Madrid, 1986,p.130-131.